miércoles, 9 de julio de 2008

Meridiano de Sangre y 2666. Dos novelas acerca del mal.

Dentro de la literatura que aborda la temática del mal, destacan dos novelas publicadas en los últimos años: Meridiano de Sangre del norteamericano Cormac McCarthy, y 2666 del chileno Roberto Bolaño. Dos perspectivas muy distanciadas en cuanto a estilo, pero muy cercanas en cuanto a grandeza, innovación y el elevado alcance de sus respectivas apuestas
En meridiano de sangre, el mal se encarna en la paradigmática y mefistofélica figura del juez Holden;en la novela de Bolaño en cambio, el mal es una
presencia que inunda de manera abstracta e ineludible la realidad de sus personajes. De esta monumental novela compartiré el siguiente estracto, que toca uno de los puntos fundamentales de este libro, la inclinacion del ser humano hacia el mal.
Para los que han leido el libro, este estracto pertenece al diálogo entre el escritor Arcimboldi, y la persona que le vende su primera maquina de escribir, aparece casi al final del libro.
Lo que me llamó la atención de este párrafo, es que a apunta a un tema fundamental, la tragedia del hombre y su doble faz, el que podamos vernos en la mirada del otro, aunque este sea un asesino, pero que a larga, en la práctica, eso no importe: "un asesino en el fondo es bueno... y que?". Una visión cínica del mundo, y expresada por un personaje secundario del libro: una especie de escritor frustrado que le vende su vieja máquina de escribir a Arcimboldi, quien -a su vez- es un escritor principiante, pero viene de vuelta: el fue soldado en la segunda guerra mundial (del Eje), y en todo ese horror, no ha sucumbido moralmente, sino que ha encontrado en la escritura la forma de trascender, el camino de salvación. Arcimboldi, el buceador, el buscador de profundidades, el obsesionado por el misterio de las algas, rencuentra la llave de su salvación en las letras. Aunque los libros puedan terminar deshojándose tristemente, colgados de un tendedero.


"Pobre mi padre. Creía en el progreso y por supuesto creía en la bondad intrínseca del ser humano. Yo también creo en la bondad in-trínseca del ser humano, pero eso no significa nada. Un asesino,en el fondo, es bueno. Los alemanes eso lo sabemos bien.¿Y qué? Puedo pasar una noche bebiendo con un asesino y talvez, al contemplar ambos la aurora, nos pongamos a cantar o a tararear una pieza de Beethoven. ¿Y qué? Puede el asesino lloraren mi hombro. Normal. Ser asesino no es fácil. Eso lo sabemosbien usted y yo. No es nada fácil. Exige pureza y voluntad, voluntad y pureza. La pureza del cristal y una voluntad de hierro.E incluso puedo yo ponerme a llorar en el hombro del asesinoy susurrarle palabras dulces como «hermano», «camarada»,«compañero de infortunios». En ese momento el asesino es bueno, puesto que es intrínsecamente bueno, y yo soy un idiota,puesto que soy intrínsecamente un idiota, y ambos somos sentimentales, puesto que nuestra cultura tiende irrefrenablemente a la sentimentalidad. Pero cuando la obra se acaba y yo estoy solo, el asesino abrirá la ventana de mi cuarto y entrará con sus pasitos de enfermero y me degollará hasta que no quede una gota de mi sangre." (2666, Anagrama, 2004)

sábado, 31 de mayo de 2008

Beethoven

¨ La esencia de la personalidad de Beethoven, como hombre y como artista, reside en que invita a la discusión en otros términos, aparte de los musicales ¨.


Del libro "los Placeres de la Música" de A. Copland, comparto el siguiente texto sobre Beethoven

"Al campo de la música, Beethoven trajos tres innovaciones sorprendentes: en primer término, alteró nuestra propia concepción del arte al subrayar el elemento pscológico implícito en el lenguaje de los sonidos. Gracias a él, la música perdió cierta inocencia, pero ganó,en cambio, una nueva dimensión en la profundidad psicológica. Ensegundo lugar, su propio espíritu tormentoso y explosivo era, en parte,responsable de una ¨ dramatización de todo el arte musical ¨. Los tremolandi bajos, retumbantes; los rápidos acentos colocados en sitios inesperados, la insistencia rítmica hasta entonces no oída y los agudos contrastes dinámicos: todas éstas eran exteriorizaciones de una drama interior que brindaron a su música un impacto teatral. Ambos elementos - la orientación psicológica y el instinto dramático - están inseparablemente ligados en mí mente con su tercera y posiblemente más original realización: la creación de formas musicales dinámicamente concebidas sobre una escala antes no intentada y de una inevitabilidad que resulta irresistible. Destacable es en Beethoven, particularmente el sentido de la inevitabilidad. Las notas no son palabras, no están bajo la fiscalización de la lógica susceptible deverificarse, y, por ello, los compositores de todas las épocas han luchado por vencer esta dificultad, produciendo un efecto direccion al que resulta convincente para los oyentes. Ningún compositor ha resuelto nunca este problema con mayor brillantez que Beethoven; con anterioridad, nada realmente tan inevitable había sido creado en el lenguaje de los sonidos.No se necesita mucha perspectiva histórica para comprender qué experiencia sobrecogedora debe de haber sido la música de Beethoven para sus primeros oyentes. Todavía hoy, dada la naturaleza de su música, hay momentos en que, simplemente, no comprendo cómo elarte de este hombre pudo imponerse en el ¨ gran ¨ público musical.Evidentemente, él debe de haber dicho algo que todos deseaban oír. Y,sin embargo, si se escucha viva y atentamente, las ventajas contra laaceptación son igualmente evidentes. Como sonido puro, poco hay de exquisito en su música, la cual irradia una sonoridad relativamente"seca". El compositor nunca pareció mimar al oyente, ni nunca saber o importársele lo que a él le agradara. Sus temas no son particularmente hermosos o memorables; acaso son más aptos expresivamente que diseñados con hermosura. Sus ¨ maneras ¨ son, engeneral, ásperas y no ceremoniosas, como si la cuestión que se discute fuera demasiado importante para ser expuesta en términos urbanos odiplomáticos. Adopta un ¨ tono ¨ perentorio e incitante, suponiendo,en particular en sus obras más vigorosas, que el oyente no tiene otro recurso que escuchar Y esto es precisamente lo que ocurre: escucha.Por encima y más allá de cualquier otra consideración, Beethoven posee una cualidad en importante grado: es enormemente urgente.¿Sobre qué es tan urgente? ¿Cómo puede uno no sentirse urgido y no ser conmovido por el fervor moral y la convicción de un hombre semejante? Sus mejores obras son la representación de un triunfo, untriunfo de afirmación en presencia de la condición humana. Beethoven es uno de los grandes afirmativos entre los artistas creadores. Regocijante resulta compartir su clara contemplación de la trágicasuma de la vida. Su música evoca lo mejor de nuestra naturaleza; entérminos puramente musicales, Beethoven parece exhortarnos a SerNobles, a Ser Fuertes, a la Grandeza de Alma, y a Ser Compasivos.Estos preceptos éticos se extraen del fondo de su música, pero es lamúsica en sí misma - las nueve sinfonías, los dieciséis cuartetos, las treinta y dos sonatas para piano - la que nos atrapa, y lo hace casi enla misma forma cada vez que vamos a ella. La esencia de la música deBeethoven parece indestructible; lo efímero del sonido parece poseerpoca relación con su sustancia extrañamente inmutable.